Misa Crismal en la S.I Catedral

Misa Crismal en la S.I Catedral, 

presidida por el Sr. Arzobispo de Yucatán 

Mons. Emilio Carlos Berlie B.

MENSAJE DEL SR. ARZOBISPO AL PRESBITERIO

IGLESIA DEL JESÚS, Miércoles santo, 1 de abril de 2015
En el marco de:
1. La invitación del Papa Francisco a celebrar el AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA, del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016
2. El AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA
3. La CAMPAÑA “POR UN MÉXICO EN PAZ” promovida por la CEM y los Sres. Obispos de la Provincia de Yucatán
4. La prioridad pastoral por la vida y la familia…
El Papa invita a vivir una CONVERSIÓN ESPIRITUAL que nos haga capaces de construir una Iglesia que sea TESTIMONIO en el mundo DEL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS.
Al renovar las PROMESAS SACERDOTALES, el Presbiterio está invitado a disponerse a conducir al Pueblo de Dios a ser esa Iglesia Testimonio de la misericordia.
Meditando la llamada a la santidad y a vivir radicalmente los CONSEJOS EVANGÉLICOS.
Como DISCÍPULOS-MISIONEROS, CIUDADANOS RESPONSABLES, hacerse cargo de la situación y promover y colaborar en la construcción de la paz, guiando al 80% de católicos que vive en Yucatán a vivir actitudes que mantengan y promuevan la paz.
Y, sobre todo, promoviendo el respeto por la vida humana desde la concepción hasta su término natural, especialmente promoviendo nuevas iniciativas que acompañen a la familia, además de las que el Plan Diocesano de Pastoral propone:
1. El mensaje mensual a todas las casas por medio de la carta parroquial
2. La experiencia comunitaria sistemática en las actividades mensuales en los Centros Pastorales
3. La promoción de PEQUEÑAS COMUNIDADES PARROQUIALES en las que se confronte la vida con el Evangelio y se aprenda a vivir en familia los valores evangélicos y a transmitirlos a los jóvenes.
En la Catedral, frente a Dios y frente a su Pueblo, proclamemos con valentía nuestra decisión de renovar el compromiso que algún día expresamos con entusiasmo. Cada uno, consciente de su propia situación pero confiado en la misericordia de Dios y la fuerza de su Espíritu que vive en nosotros, dispongamos nuestro espíritu para que nuestras palabras expresen una auténtica y profunda disposición a la conversión espiritual, al cambio radical, a emprender, con ánimo renovado el ministerio sacerdotal que se nos ha confiado a favor del Pueblo de Dios, que espera de nuestro ejemplo de vida y de nuestra acción pastoral el impulso fuerte para ser la comunidad eclesial viva y dinámica que ofrezca el testimonio de su misericordia y de su amor ante nuestra sociedad.

La Misa Crismal que celebra el obispo con todos los presbíteros de la diócesis, es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él. 

En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. 

El Santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro bautizo y de nuestra confirmación y en la ordenación de los diáconos, sacerdotes y obispos. 

La palabra crisma proviene de latín: chrisma, que significa unción. Así se llama ahora al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagra. 

También son ungidos los Obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental.

La liturgia cristiana ha aceptado el uso del Antiguo Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la consagración, los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa “el ungido del Señor”. 

El crisma se hace con aceite y aromas o materia olorosa para significar “el buen olor de Cristo” que deben despedir los bautizados. 

Con el óleo de los catecúmenos se extiende el efecto de los exorcismos, pues los bautizados se vigorizan, reciben la fuerza divina del Espíritu Santo, para que puedan renunciar al mal, antes de que renazcan de la fuente de la vida en el bautizo. 

Este aceite es un jugo untuoso de color verde amarillento que se extrae del olivo o de otras plantas. 

El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir el perdón de los pecados. 

El aceite simboliza el vigor y la fuerza del Espíritu Santo. Con este óleo el Espíritu Santo vivifica y transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte en sacrificio salvador como el de Jesús. 

Por lo general antes de comenzar la celebración de la Cena del Señor se reciben solemnemente estos Santo Óleos consagrados en la Misa Crismal por el Obispo reunido con el presbiterio. En una procesión solemne los óleos son llevados en tres ánforas preciosas que se guardan en un lugar previamente destinado dentro de la Iglesia. 

http://www.churchforum.org/misa-crismal.htm