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OBRA DE LA PONTIFICIA UNIÓN MISIONAL

Semblanza:

La Unión Misional es la Obra Misional Pontificia que tiene como fin la formación y la información misioneras de todos aquéllos que están llamados a guiar y animar al Pueblo de Dios.

Reseña Histórica:
El P. Paolo Manna, "Heraldo del Evangelio" en 1916 funda la Pontificia Unión Misional. La precaria salud de que gozaba, le obligó en varias ocasiones a abandonar su acción evangelizadora en Birmania Oriental y a trasladarse a su Italia natal. Principalmente durante su estancia en tierras italianas, pudo constatar con gran pena -como afirma en sus escritos- que, lamentablemente, la mayor parte de los cristianos no conocía, por falta de información, la situación humana y la suerte espiritual de las naciones a las que no había llegado el anuncio de la Buena Nueva de Jesús.

Si tal realidad provocaba en él un gran dolor, no lo era menos el que le producía la verificación de la causa de situación tan sangrante. Por lo general, el origen de tamaña ignorancia residía en que los sacerdotes estaban absortos por sus obras de apostolado y por su entrega solícita a la grey que les había sido confiada, que no veían más allá de sus propia fronteras y, en consecuencia, no demostraban interés hacia las misiones ni promovían la solicitud que hubiera sido necesaria.

En estos hechos se enraíza la expresión de Pablo VI "aquel hombre de Dios, no sin una inspiración de lo alto", concibiera la idea y pusiera las bases para estimular en el corazón de todos los sacerdotes la inquietud e interés por las misiones y, a través de su acción pastoral, propiciar en el pueblo cristiano, que -como intuye el Papa Benedicto XV- "siente propensión innata a socorrer con largueza las empresas apostólicas", el comienzo y vigoroso desarrollo de una auténtica conciencia misionera.

En todo este proceso, no deja de ser providencial la colaboración de Monseñor Guido Conforti, Obispo de Parma y, a su vez, fundador del Instituto Misionero de San Francisco Javier, cuyos miembros son conocidos hoy como los Misioneros Javerianos. En efecto, en la realización de sus proyectos, no sólo los consejos sino también el trabajo de este insigne prelado fueron una valiosísima ayuda para potenciar la naciente Unión Misional del Clero. Más aún, su alta autoridad moral sirvió de argumento notable para que Benedicto XV le concediese la aprobación pontificia el 31 de octubre de 1916 y para que más adelante, en la encíclica "Maximum Illud" del 30 de noviembre de 1919, Pío XI -que fue uno de los primeros inscritos en la asociación al presentarla oficialmente a todos los obispos, la aplaudiera y ensalzara abiertamente y la recomendara a todo el clero.

Tan gran colaboración y apoyo, al mismo tiempo que suscitó interés y esfuerzo por la extensión de la Unión Misional del Clero, quedó reflejada en el hecho de que, a pesar de que el alma, coordinador, maestro y testigo de la asociación era el P. Manna, su primer presidente, en el periodo de 1917 a 1927 fue Monseñor Conforti.

Queda fundada, pues, esta pía asociación en Milán en 1916 con 48 socios que, al final del año siguiente ascendían a 1, 254 en toda Italia. Sus primeros Estatutos Generales datan de 1937, cuando ya se había extendido por muchas naciones y se iniciaba la reflexión sobre la ampliación del ámbito de sus destinatarios a los religiosos y religiosas, dada la solicitud que algunos superiores generales de institutos religiosos laicales habían dirigido al Secretario Internacional.
De hecho, fue en 1938 cuando, en la Dirección Nacional de la Unión Misional de los Estados Unidos, se dan los primeros pasos para la agregación de las Congregaciones Religiosas. Pasarán aún, sin embargo, once años para que el Papa Pío XII, por medio de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, extienda la Unión Misional a los religiosos y religiosas, tanto de vida activa como contemplativa.

A la muerte del P. Manna acaecida en 1952, la Obra se encuentra establecida en cincuenta países de todo el mundo, gracias a la intensa propaganda que de ella hace mediante su acción animadora con su presencia y sus numerosos escritos sobre el tema. Hoy día se calcula que está presente en un centenar de países y, prácticamente, en todas las Iglesias donde están organizadas las Obras Misionales Pontificias.

El título y elevación al rango de Pontificia le fue otorgado por Pío XII el 28 de octubre de 1956 y, a partir de entonces, es conocida con el nombre oficial de Pontificia Unión Misional.
Bajo la forma de asociación, unida a un conjunto de privilegios que los distintos papas concedieron a sus miembros, la Pontificia Unión Misional existe en algunos países. En la mayoría, empero, de aquéllos en que se halla establecida esta Obra, su talante propio es más bien de un servicio a los agentes de pastoral con dos finalidades: ayudarles a vivir más intensamente el dinamismo misionero de su vocación específica y aportarles cauces y caminos para facilitar su labor de animación misionera del Pueblo de Dios.

Naturaleza y Objetivos:Si se fija la atención en los objetivos que, desde sus orígenes, ha tenido la Pontificia Unión Misional, y se atiende, además, a su evolución a través de la historia, resulta fácil el descubrir su identidad y plasmarla en una definición descriptiva. La Pontificia Unión Misional, como se ha visto en sus rasgos históricos, fue fundada para la animación y formación misionera de los sacerdotes, primeros animadores misioneros, juntamente con los Obispos, del Pueblo de Dios. Abre, más tarde, la proyección de sus objetivos hacia las congregaciones religiosas y, en la actualidad, según se desprende de los Estatutos fechados en 1980, tiende también a la formación misionera de todos aquellos que, de alguna manera, participan en la formación y animación misioneras de las comunidades cristianas. En consecuencia, y con el pensamiento y las palabras de Pablo VI en la ya citada carta "Graves et increscentes" dirigida en 1966 a la Pontificia Unión Misional, ésta "no es... una nueva obra para la recolección de limosnas, sino que es la escuela natural de formación del espíritu cristiano en el sentido social del bautismo y, además, ayuda y completa la actividad de las Obras Misionales que, a su vez, sean escuelas de formación cristiana y misionera; por último se emplea activamente en que las mismas Obras Misionales Pontificias sean conocidas por doquier, sean ayudadas en sus iniciativas y en sus fines y sean instituidas y promovidas en toda parroquia" (Gel 22).

Cabe resaltar un matiz que, lejos de confundirla con las restantes Obras Misionales Pontificias, constituye, más bien, lo más específico de esta Obra: su intensa dimensión de comunión tanto con las demás obras, cuyo conocimiento y vitalidad pretende y apoya por la formación y animación misioneras de los agentes de pastoral, como con toda la Iglesia misionera, universal y particular, empeñada ardientemente en la evangelización de todos los pueblos. De este modo, la Pontificia Unión Misional realiza el cometido que se le ha confiado: "Mantener viva la tensión de toda la Iglesia hacia la Misión" (Juan Pablo II -Homilía en el 75 aniversario de la PUM- 1990).

Objetivos:
Sin duda alguna, la mejor formulación de los objetivos que tiene la Pontificia Unión Misional queda muy bien recogida en los Estatutos actuales de las Obras Misionales Pontificias, copiados literalmente a continuación:

El objetivo de la Pontificia Unión Misional es la formación y la información misionera de los sacerdotes, de los miembros de los institutos religiosos, de las sociedades de vida común, de los institutos seculares, de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, así como de otras personas comprometidas en el ministerio pastoral de la Iglesia. En resumen, la Unión se dirige a todos los que están llamados a animar al Pueblo de Dios.

Para esta información y sensibilización misionera, la unión ha de utilizar métodos adecuados, bien sea sirviéndose de medios propios, bien pidiendo la colaboración de las instituciones y las iniciativas ya existentes que tienen como fin la formación primaria y permanente de quienes se ha habla en el artículo precedente.

La Unión les ayudará a tomar conciencia de su responsabilidad respecto a la misión universal. De esta manera, se darán cuanta de su deber de promover y formar la conciencia misionera en el seno de las comunidades que les han sido confiadas. La unión les ayudará a encontrar los métodos pastorales más adecuados para las diversas circunstancias. Igualmente favorecerá los intercambios fraternos y los testimonios de solidaridad entre los que trabajan en el apostolado al servicio de la Iglesia en los diferentes continentes.

El éxito de las otras Obras Misionales Pontificias dependerá en gran parte de la vitalidad de la Pontificia Unión Misional ya que el cometido de desarrollar el espíritu misionero en las comunidades cristianas corresponde principalmente a aquéllos a quienes se dirige la Pontificia Unión Misional". Si el criterio para medir la autenticidad cristiana de una comunidad es -como tantas veces ha repetido el Papa- la vivencia de su conciencia misionera; si su vida y pastoral ha de estar preñada por el anhelo de que Jesucristo llegue con su Buena Nueva a toda la humanidad; si ha de alcanzar en su mirada los vastos horizontes de la Evangelización universal y extender su amor sin límite geográfico alguno, sus agentes de pastoral precisarán de un constante acompañamiento en su formación tanto doctrinal como espiritual y en su quehacer animador.

Agentes de la Animación Misionera:Claro está que la animación misionera no se produce por generación espontánea. El principal animador, desde luego, es el Espíritu Santo con su permanente aliento pen-tecostal sobre la Iglesia. Pero en el diario devenir histórico de cada comunidad hacen falta hombres y mujeres que se esfuercen por hacer presente en su vida la dimensión misionera de su ser cristiano e imbuir su existencia de una espiritualidad misionera.

En los estatutos aparece quiénes son: ahora solamente se pretende mostrar los distintos por qué de su responsabilidad animadora del Pueblo de Dios:

El primer animador misionero de la Iglesia particular que le ha sido confiada es el Obispo:
" Mis hermanos Obispos son directamente responsables conmigo de la Evangelización del mundo, ya sea como miembro del Colegio Episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias Particulares" (RM 63). Por esta razón, el Obispo tiene el deber de suscitar, promover y dirigir la obra misional en su diócesis de forma que toda ella "se haga misionera" (AG 38).

Como inmediatos y próvidos colaboradores del Obispo en su ministerio pastoral están los Sacerdotes:

" Recuerden los presbíteros que deben llevar atravesada en su corazón la solicitud por todas las Iglesias" (PO 10). He aquí la postura espiritual permanente del sacerdote, consciente de que "el don espiritual recibido en la ordenación le prepara no a una misión limitada y restringida, sino a la misión universal y amplísima de la salvación hasta los últimos confines de la tierra" (PO 10). La vivencia profunda de esta actitud marcará, sin duda alguna, su preocupación pastoral por formar una genuina comunidad cristiana y, por ello, excitará y mantendrá entre los fieles el celo por la Evangelización de los pueblos (Cfr. AG 39).

Los religiosos, en virtud de su consagración, siguen a Cristo "más de cerca" y, en consecuencia, están obligados a continuar su misión recibida del Padre.

De la misma profesión de los consejos evangélicos y porque se consagran al servicio de la Iglesia, surge, pues, el deber de todo religioso de involucrarse en su dinamismo misionero, según el modo propio de su instituto, y de trabajar para que el Pueblo de Dios se dilate por todo el mundo, bien porque al interior de la propia comunidad trata de mantener y potenciar su espíritu misional, bien porque cultiva la formación y cooperación misioneras en los ámbitos en que trabaja.

No es signo de minusvaloración el que, en último lugar, se cite a los laicos. La importancia que el Papa les otorga, en este campo también en la "Christifideles laici", es más que suficientemente notoria:

Y, en efecto, ellos son los que, sabedores de la gracia propia del Bautismo y de la Confirmación que infunde un espíritu apostólico sin fronteras, se entregan, como miembros activos de la Iglesia local, a la animación misionera del Pueblo de Dios, "no como algo marginal, sino central en la vida cristiana" (RM 83). ¿No hay que incluir aquí a tantos y tantas catequistas, maestros y maestras, dirigentes de movimientos juveniles, visitadores de enfermos, etc., y, sobre todo, responsables parroquiales de misiones? En conclusión, todo aquél que se esfuerza y trabaja en este campo pastoral para que su comunidad no se cierre sobre sí misma sino que viva abierta y comprometida con los horizontes de la Evangelización universal, es, con toda verdad, un animador misionero

Animación Misionera

ANIMACION MISIONERA

COLABORÓ CON LAS OMPE DE 2005 A 2016

LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS EPISCOPALES.
LAS OMPE Depende de la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para "Promover el espíritu misionero universal en el Pueblo de Dios" (RM 84).

COLABORO CON
La Comisión Diocesana de Animación Misionera de la Arquidiócesis de Yucatán, México. período de 2005 a 2016.

Plan Diocesano de la Comisión de Animación Misionera
OMPE-YUCATAN

Plan Diocesano de la Comisión Diocesana de Animación Misionera

Objetivo:
La Comisión de Animación Misionera promueve en forma sistemática en todos los bautizados, la conciencia de su adhesión a Cristo, salvador del mundo, animándolos a iniciar un camino de conversión en las PCP’s. y a difundir como discípulos-misioneros el mensaje de Salvación.

Jornada de la Infancia Misionera 2006 "Encuentro de Pequeños Misioneros"

Jornada de la Infancia Misionera 2006 "Encuentro de Pequeños Misioneros"

Un video editado especial para los que dieron un Sí

SONRIA PADRE, SONRIA... QUE DIOS LOS BENDIGA!!

Jornada de la Infancia Misionera 2008 "Encuentro de Pequeños Misioneros"

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CONAJUM,Tepic, Nayarit 2009

CONAJUM,Tepic, Nayarit 2009

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Jornada de la Infancia Misionera 2008 "Encuentro de Pequeños Misioneros"

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Congreso Eucarístico

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