Arquidiócesis de Yucatán
Comisión de Animación Misionera
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NOVIEMBRE
Propuesta para el mes de noviembre “folleto “con dos
reflexiones”
1.
Ser misionero de Cristo en nuestra comunidad.
2.
La comunión de los Santos.
1.-SER MISIONEROS DE CRISTO EN NUESTRA COMUNIDAD
Objetivo:
En nuestra Iglesia Diocesana) se debe prestar especial atención para que la
Pastoral de Conjunto (Plan Diocesano de Pastoral) se vea enriquecida con el
aporte de todo el Pueblo de Dios en el caminar (participar) del día a día, como
una comunidad.
Un
encuentro de amigos:
Jorge
y Anita salen del trabajo rumbo a sus casas, pues son vecinos y se acompañan,
mientras conversan de lo del día en el trabajo, se cruzan con Manuel y después
de saludarse, a Jorge le llama la atención el libro que lleva Manuel debajo del
brazo.
-Yo
he visto ese libro que traes… creo que es de una reunión de Obispos, ¿no es
cierto?
-Sí,
son las conclusiones de la V conferencia de los Obispos Latinoamericanos que se
reunieron hace un tiempo en Brasil, en el santuario de la Virgen de Aparecida.
-
Y ¿de qué se trata? – preguntó Anita.
-
Es una propuesta que los Obispos nos hacen a todos los bautizados para que
vivamos mejor y contribuyamos a hacer de nuestro mundo un lugar más humano,
responde Jorge.
De
hecho yo he visto una frase que me llamó la atención, que está en la portada
del libro. Déjame verlo… ¡es ésta! “Discípulos y misioneros de Jesucristo para
que nuestros pueblos en Él tengan vida” Y eso es lo que quiero comprender; a mí
también ahora que lo mencionas me llama la atención, terció Anita, pues si
miramos a nuestro alrededor se nota que hay vida, unas mejores que otras, pero
hay vida; pero también hay muerte y a veces mucha muerte, tanto que preferimos
no mirar lo que pasa en nuestro entorno. Entonces de que se trata cuando dicen
¿Qué tengan vida?, ¿de qué vida se habla? Comentó Jorge. Aprovechemos que hoy
tenemos tiempo y vamos a platicar un poco sobre este tema, ¿Qué me dicen? Dijo
Manuel. Aceptamos claro que sí, vale la pena que conozcamos más del tema y de
nuestra Fe, y avanzaron a una cafetería, ya instalados comenzaron:
Veamos
que nos dice Jesús en (Jn 12,25) “quien aprecie su vida terrena la perderá, y
el que desprecie su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna”; esto
que Jesús nos dice, los Obispos nos lo traducen así: Es propio del discípulo de
Cristo gastar su vida como sal de la tierra y luz del mundo (DA 110) por lo
tanto nuestro amor a Dios y nuestra fe en Él, no puede reducirse a estar sentados nada más los domingos en la
misa y allí queda nuestra fe, sino que se trata de dejar ya nuestro confort,
flojera, desanimo, e ir de manera comprometida a anunciar y compartir, esa Vida Nueva que Jesús nos trae hoy, a
tantos vecinos, amigos, compañeros que quieren vivir pero no saben dónde está
la verdadera vida, vemos como se afanan por tener cosas pero no se esfuerzan en
Ser verdaderos hijos de Dios, y lo que es peor viven insatisfechos y frustrados
pues a su vida no le encuentran sentido.
Anita
comentó: Es verdad, pero eso pasa también porque creo que ya nos hemos vuelto
muy individualistas y Jesús a lo que siempre nos convoca es a caminar juntos;
la vida cristiana solo puede desarrollarse y profundizar en la Unión fraterna.
(DA 110).
Manuel
llama la atención de sus amigos sobre el No. (DA 131) Con razón los Obispos
quieren que escuchemos las palabras de
Jesús, en ese documento:” Jesús invita a encontrarnos con Él y a que nos
vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (Jn 15, 5 -15).
Anita exclamó ¡ahora entiendo! Jesús llama, elige a sus discípulos y los llama
para estar con Él:” Jesús los eligió para que estuvieran con Él y enviarlos a
predicar” (Mc 3, 14) para que lo siguieran con la finalidad de “ser de Él” de
formar parte de los suyos y participar de su misión (DA 131) quiere decir que:
“ Jesús me llama y me invita a estar con Él, que está presente entre los que me
rodean, especialmente en los más débiles y necesitados” .
Qué
bien, comentó Jorge: nos han indicado un punto clave nuestros Obispos pues
ahora se nos aclara lo que hay que hacer y cómo hacer para contribuir TODOS los
bautizados al proyecto del Padre Dios: y es aceptar la llamada que Jesucristo
nos hace para que seamos sus discípulos, formarnos conociendo sus actitudes,
sus gestos, sus palabras, toda su vida para imitarlo y asumir la misión que nos
encarga a todos los que Aceptan su llamado: “hacer nuevas las cosas”.
Ahora
dijo Anita: en el 210 DA me parece muy importante lo que nos dicen nuestros
Obispos sobre nosotros los laicos ¿Qué es? Respondieron los demás, “ Que los
laicos tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan, mostrando
autenticidad y coherencia en su conducta, porque hoy es muy necesaria la
credibilidad, el que se vea como algo confiable, que vale la pena aceptar y
vivir la fe en Jesucristo, y eso depende
de lo que digamos y hagamos. Hoy las personas creen en lo que ven más que en lo que se dice. Es
todo un desafío dijo Manuel
Es
lo que hace más de 2000 años nos dijo Jesús, terció Anita y hoy lo vuelve a
repetir:
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio,
el que crea y se bautice se salvará” Mt 28.
Contenido:
Jesús es el centro de la misión y vida de la Iglesia; todo ser humano tiene
derecho a que se le anuncie esta gran salvación que Jesús nos trae. El anuncio
de Cristo como salvador es la base de la evangelización.
Pero…
¿para qué el anuncio? El anuncio el anuncio tiene una función central e
insustituible porque introduce en el amor de Dios y nos abre a la conversión.
La
conversión no es otra cosa que: Exige esfuerzo continuo para pasar de una vida
solamente humana a una vida espiritual.>Se expresa en una fe total y
radical, que no antepone límites ni obstáculos a esa Gracia de Dios. La
conversión a Cristo está relacionada con el bautismo, no solo por la praxis de
la Iglesia, sino por la voluntad del mismo Cristo, que envió a hacer discípulos
a todas las gentes bautizándolas.
El
desafío que enfrentamos hoy en el trabajo Evangelizador en nuestros Países es.
Lograr que todo cristiano se encuentre con el Señor Jesús como principio
fundamental de la vida. ¿Pero cómo se encontrarán con El Señor si no hay quien
se los anuncie? San Pablo esto lo vivió y asumió como una urgencia y no
descansaba para lograr lo que era su programa de vida “ ¡Hay de mi si no
evangelizo! Decía (1ª Cor 9,16)
Por
esto afirmamos que hoy más que nunca se necesitan en nuestras comunidades,
personas que quieran compartir su fe, ¡la fe se fortalece, compartiéndola!
Desde tu centro pastoral, grupo apostólico, tu eres importante para compartir a
Jesús.
Reflexión personal y comunitaria:
1. ¿Cuál
consideras que es la principal dificultad que encuentran los laicos para
considerarse discípulos misioneros de Jesucristo? ¿porque será?
2. ¿Qué
haría falta hacer para lograr que descubran los laicos esa vocación?
COMPROMISO:
¿te gustaría tener un proyecto misionero para tu comunidad?
¿Conoces a los más alejados
de tu parroquia, o centro Pastoral?
¿Qué les propones para
acercarlos a Jesús?
2.- LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Objetivo: Reflexionar en
como la fe tiene una expresión concreta desde nuestra cultura, que necesita ser
iluminada y valorada desde el Evangelio.
Lectura
bíblica: Mt 13, 18 -23 “Ustedes, pues, escuchen la parábola del sembrador.
Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el
maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo
largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y
al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es
inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la
Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que
oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las
riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en
tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y
produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta”. Palabra de Dios.
Desarrollo: La
fe no es solo aquello que aceptamos como verdadero y que no tiene nada que ver
con los demás aspectos de nuestra vida ordinaria de cada día, muy al contrario,
es en el día a día que hay que buscar que nuestras relaciones con los demás
hermanos de camino sean espacios de Comunión, de compartir la fe e iluminar con
ella a los hnos... ¿Qué clase de fruto estoy dando, según lo sembrado en mí por
Jesús? Es por ello que al celebrar a nuestros difuntos, también hay que recordar que son los momentos
en que de manera más viva nos unimos a Jesucristo, y formamos un solo cuerpo
que es la Iglesia, para participar de esta manera de los mismos bienes
espirituales, ¡esto es la Comunión de los Santos!. Salir de nuestro
individualismo y vivir la fraternidad, por ello nuestra oración, Eucaristías,
ofrecer las comidas y flores en los altares, etc. Nos hacen participar de los
mismos bienes espirituales, a vivos y difuntos.
¿De qué bienes espirituales participan los
miembros de la Iglesia? -Los
miembros de la Iglesia participan de los méritos de Jesucristo, de la Santísima
Virgen y de los Santos; del sacrificio de la Misa; de los sacramentos, y de las
oraciones y buenas obras de los fieles.
Para esto tengamos claro, quienes formamos la Iglesia;
Los miembros de la Iglesia son:los Santos del cielo, las almas del purgatorio y
los fieles de la tierra.
La Iglesia está integrada por los
que viven en la tierra -Iglesia
militante o peregrina-, por los que están ya en el cielo -Iglesia triunfante- y por los que,
habiendo muerto, se preparan para entrar en el cielo purificándose en el
purgatorio de sus pecados -Iglesia
purgante-
La “comunión de los santos” nos enseña que hay una relación permanente entre estos tres
estados distintos de la Iglesia.Los que están en el cielo nos ayudan con su
ejemplo y con su intercesión ante Dios. Nosotros podemos ayudarles con nuestras
oraciones.
Otro
aspecto de la comunión de los santos es la relación que hay entre el cielo y la
tierra. Para entender esto bien, conviene recordar que la vida no termina con
la muerte y que, por lo tanto, los que durante su vida en la tierra han sido
miembros de la Iglesia, lo siguen siendo después de su muerte.
Se trata de una Ayuda recíproca: La Iglesia del cielo ayuda a la de
la tierra con su ejemplo y su intercesión. La de la tierra ayuda a la del
purgatorio con sus oraciones y ofreciendo la Misa.
“Todos -dice el Catecismo-, aunque
en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y
cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los de
Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre
sí en Él” (CI nº 954).
Esta ayuda entre los de aquí y los
de allá es otro aspecto de la “comunión de los santos”. La ayuda, como
manifestación del amor verdadero, debe ser o al menos debería ser recíproca.
Por ejemplo, los santos -es decir, los que han muerto que están ya con Dios en el cielo-, ayudan a los que están aún en la tierra intercediendo por ellos ante Dios.
Por ejemplo, los santos -es decir, los que han muerto que están ya con Dios en el cielo-, ayudan a los que están aún en la tierra intercediendo por ellos ante Dios.
Dice el Catecismo: “Por el hecho de
que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más
firmemente a toda la Iglesia en la santidad, no dejan de interceder por
nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra. Su solicitud
fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad” (nº 956).
Esta reflexión nos recuerda que: La
muerte no es el final
La existencia de la vida después de
la muerte conlleva la existencia de los que vivieron y ya no viven. Ellos, que
fueron miembros de la Iglesia, siguen perteneciendo a ella.
Por
eso, entre otras cosas, hay que custodiar el tesoro de la fe que nos
transmitieron, pues ese tesoro fue suyo y sigue siéndolo; desvirtuarlo,
cambiarlo, estropearlo no nos está permitido, pues no es sólo nuestro.
A veces podemos pensar que estamos capacitados
para decidir por nosotros mismos, por votaciones democráticas, lo que es verdad
y lo que es mentira, lo que es bueno y lo que es malo. Deberíamos recordar, en
ese caso, que también tendrían derecho a votar aquellos que siguen
perteneciendo a la Iglesia, aunque ya no estén vivos entre los hombres. La
Iglesia es de ellos tanto como de nosotros y ellos son la Iglesia tanto o
incluso más aún que nosotros.
Además,
esta existencia de la vida después de la muerte y de los que vivieron aquí en
el mundo verdadero del más allá, permite que exista entre una y otra orilla una
relación basada en el amor. El amor es más fuerte que la muerte, como prueba la
resurrección de Cristo. El amor -de Dios- venció las ataduras del pecado, de la
muerte, de la corrupción. Por eso, el amor que ha sido auténtico no desparece
con la muerte y las personas que se han querido -por ejemplo los esposos, o los
padres y los hijos, o los amigos- siguen relacionados tras la muerte de uno de
ellos y pueden seguir ayudándose. “No veneramos el recuerdo de los santos del
cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de
toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor
fraterno”.
Es
de Santo Domingo esta frase, pronunciada cuando se encontraba moribundo: “No lloréis, os seré más útil después de mi
muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida”. Por eso, cuando
alguien muere, sobre todo cuando deja tanta tarea por hacer aquí en la tierra,
hay que recordar que no sólo sigue vivo sino que también sigue trabajando. Si
lo olvidamos, además de caer en la desesperación y quizá en una crisis de fe
que nos puede hacer dudar del amor de Dios, echamos en el olvido su ejemplo y
también la posibilidad de que complete desde el cielo lo que le quedó por hacer
en la tierra, labor que llevará a cabo iluminando con su buen recuerdo a los
que le lloran y consiguiéndoles de Dios la fuerza que necesitan para seguir por
el bien camino.
Si eso es lo que pueden hacer los que ya han muerto por
nosotros, por nuestra parte podemos hacer mucho por ellos. Ellos, los difuntos,
no necesitan ya nuestra ropa o nuestra comida, En cambio, necesitan nuestras
oraciones.
“La Iglesia peregrina -dice el Catecismo-, perfectamente
consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los
primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los
difuntos y también ofreció por ellos oraciones pues es una idea santa y
provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados.
Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer
eficaz su intercesión en nuestro favor” (nº 958).
Rezar por los difuntos es ayudar a los difuntos y seguir cumpliendo el deber de amor que tenemos hacia ellos. Una forma especial de esta oración es el ofrecimiento de la Eucaristía. Otra, el ganar para ellos las indulgencias plenarias que van ligadas a los Años Santos. Por desgracia, olvidamos con facilidad a nuestros muertos y lo hacemos cuando dejamos de rezar por ellos.
Que estas celebraciones por nuestros difuntos nos hagan
reflexionar lo que los Obispos en Aparecida nos dicen: Se necesita cuidar el
tesoro de la religiosidad popular de nuestros pueblos, para que resplandezca
cada vez más en ella”la perla preciosa” que es Jesucristo, y sea nuevamente
evangelizada en la fe de la Iglesia y por su vida sacramental (DA 549). Que las
corrientes nuevas de la globalización no nos aturdan o adormezcan para vivir la
caridad y solidaridad en nuestra comunidad.
Reflexión
personal y comunitaria:
-Menciona
dos ideas que no sabías o no recordabas sobre la Comunión de los Santos y
compártelas en el grupo.
-
¿Te parece que esta enseñanza de la Iglesia ya está obsoleta, (pasada de moda)
por lo mismo hay que olvidarla?
-
Comenta que te llamó más la atención del tema.
O VAS, O ENVIAS, O AYUDAS A ENVIAR
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