¿Qué es la comunión de los santos?
Cada domingo, en Misa, recitamos el Credo y decimos “creo en la comunión de los santos” pero, ¿qué es exactamente la comunión de los santos? ¿qué queremos decir con esa expresión?
Como dice el Catecismo, la comunión de los santos es precisamente la Iglesia. Esta comunión tiene dos significados estrechamente relacionados: por un lado, la comunión en las cosas santas, la participación en los mismos bienes espirituales, y, por otro, la comunión entre las personas santas. Catecismo de la Iglesia Católica, 948
1. La comunión de los bienes espirituales
En los Hechos de los apóstoles se dice que los discípulos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones”. ¿En qué consiste esa comunión que se sigue viviendo hoy en día en la Iglesia?
En primer lugar, se trata de la comunión en la fe que se profesa, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte. Por otro lado, la comunión de los sacramentos que realizan la unión con Dios. De hecho, uno de los sacramentos -la Eucaristía- es también llamado Comunión ya que es en él donde se da la unión más grande con Dios que pueda existir en la tierra.
Además, el Espíritu Santo reparte gracias especiales entre los fieles, para provecho común. Son los llamados carismas. Otro aspecto de esa comunión es el más material: el compartir con el prójimo nuestras posesiones, socorriendo al necesitado.
Finalmente, esta comunión es comunión de la caridad, la virtud más importante y una de las llamadas teologales, porque proceden directamente de Dios: “ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo” (Rm 14, 7). El menor de los actos de un cristiano hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos. También todo pecado daña a esta comunión. Catecismo de la Iglesia Católica, 949-953
2. La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra
La Iglesia está formada por los discípulos del Señor. Unos peregrinan en la tierra, otros, ya difuntos, se purifican en el purgatorio, mientras otros ya contemplan a Dios porque gozan del cielo.
Pero, ¿cómo se da esta unión entre los distintos miembros de la Iglesia?
De una parte, siempre podemos rezar a Dios por las personas que nos acompañan en nuestro camino hacia el cielo. Esa oración de intercesión expresa también la caridad, el amor fraterno entre los cristianos.
Las personas que están en el cielo no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Su solicitud fraterna ayuda mucho a nuestra debilidad. Además, su ejemplo, nos ayuda a poner la mirada en la meta, la vida eterna en comunión con Cristo.
Por otro lado, la Iglesia peregrina recuerda a los difuntos y ofrece sufragios por ellos, para que se vean librados de sus pecados y puedan ir cuanto antes a la felicidad del cielo. Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
En la Santa Misa estamos en comunión con nuestros hermanos “dispersos por el mundo” (Misal Romano, Plegaria Eucarística III) y también con los glorificados en el cielo y los que se purifican para ver en ellos el rostro de Dios. Catecismo de la Iglesia Católica, 954-959, 1354, 1370-1371
“Durante la Eucaristía confiamos a los difuntos a la misericordia de Dios con un recuerdo sencillo pero lleno de significado. Rezamos para que estén con él en el paraíso, con la esperanza de que un día también nosotros nos encontremos con ellos en este misterio de amor que, si bien no comprendemos plenamente, sabemos que es verdad porque Jesús nos lo ha prometido.
Este recuerdo de rogar por los difuntos está unido también al de rogar por los vivos, que junto con nosotros cada día enfrentan las dificultades de la vida. Todos, vivos y difuntos, estamos en comunión; en esa comunidad de quienes han recibido el bautismo, se han nutrido del Cuerpo de Cristo y hacen parte de la gran familia de Dios”. Papa Francisco, Audiencia 30-11-2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario