HORA SANTA MISIONERA
PREPARACIÓN Y DECORACIÓN:
Ø Tomar los acuerdos necesarios para que un MESC lleve
al Santísimo al CCPP.
Ø Previamente se ha preparado el local, sobre todo el
Altar del Santísimo y la Santa Biblia.
Ø En la medida de lo posible, lo más alto para que esté
a la vista de todos pero que el MESC pueda alcanzar.
Ø Cuidar que la base esté suficientemente firme e iluminarlo.
Ø Preparar y multiplicar una hoja de cantos: eucarísticos y/ o que inviten a la oración e
intimidad con Dios. Procurar que sean conocidos.
Ø Cuando llega el Santísimo, todos se ponen de pie y
cantan: “Cantemos al Amor de los Amores…”
“Bautizados, discípulos y misioneros,
llevemos el Evangelio a todos”
Exposición del Santísimo
Entonamos un canto de adoración a Jesús
sacramentado.
Sugerencia: Vengo ante ti Señor, autor:
Rafael Peña.
En este momento entra el ministro y
expone al Santísimo.
Todos de rodillas.
Monición inicial
BIENVENIDA AL SANTÍSIMO:
Señor Jesús,
te damos la bienvenida a nuestro CCPP.
Tú siempre nos has acompañado en
nuestras reuniones a través de tu palabra, pero hoy vienes en forma de alimento
para fortalecernos y a darnos ánimo. Gracias por tu visita.
Te pedimos que este rato de oración
nos ayude a experimentar que nuestra participación en estos espacios
comunitarios y misioneros, como camino de superación. (1 min.
de silencio)
Oración Preparatoria
Hermanos, nos preparamos para este
encuentro con Jesús sacramentado, que con amor nos espera día a día, momento a
momento. Avivemos nuestra fe y confianza en su presencia Eucarística. Pidamos
humildemente la gracia de su Espíritu para dirigir a Él nuestra alabanza y
adoración. Presentemos a Él nuestros gozos y esperanzas, preocupaciones y
sufrimientos. Él más que nadie nos comprende y viene en nuestra ayuda. Nos dice
San Juan de la Cruz: sólo y siempre se produce el encuentro con Dios en fe
verdadera, esperanza cierta y caridad entera.
Guía: Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus
fieles; enciende en ellos la llama de tu Amor. Envía tu Espíritu y serán
creados.
Todos: Y renovarás la faz de la
tierra.
Guía: Oh Dios, que has iluminado
los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo: haznos dóciles a tu
Espíritu, para gustar siempre el bien, y gozar de su consuelo. Por Jesucristo
nuestro Señor. Todos: Amén.
Ministro:
Señor, Dios nuestro, dueño de la vida y
de la historia te damos gracias por llamarnos a vivir este encuentro contigo.
Como tus discípulos, miembros de tu Iglesia misionera nos presentamos ante ti,
aquí estamos Señor para adorarte y orar confiando a tu corazón misericordioso a
todo nuestro mundo y la misión que se realiza en cada rincón de la tierra.
Meditemos
Del mensaje del Papa Francisco
La vida es una misión: ser atraídos y
ser enviados son los dos movimientos que nuestro corazón, sobre todo cuando es
joven en edad, siente como fuerzas interiores del amor que prometen un futuro e
impulsan hacia adelante nuestra existencia. Vivir con alegría la propia
responsabilidad ante el mundo es un gran desafío. El hecho de que estemos en
este mundo sin una previa decisión nuestra nos hace intuir que hay una
iniciativa que nos precede y nos llama a la existencia. Cada uno de nosotros
está llamado a reflexionar sobre esta realidad: «Yo soy una misión en esta
tierra, y para eso estoy en este mundo» (EG 273). Cfr. Mensaje del Papa
Francisco para la jornada mundial de las misiones 2018.
Lector 1:
Por el Bautismo somos miembros vivos de
la Iglesia, y juntos tenemos la misión de llevar a todos el Evangelio. Crecer
en el don de la fe, que se nos transmite en los sacramentos de la Iglesia, nos
sumerge en una corriente de multitud de generaciones de testigos.
La transmisión de la fe se realiza por
el contagio del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el
descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. Los ambientes humanos,
culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio de Jesús y a la presencia
sacramental de la Iglesia representan las extremas periferias, los confines de
la tierra, hacia donde sus discípulos misioneros son enviados.
Lector 2:
Escuchemos atentamente y recibamos en el
corazón la Palabra del Señor:
Lectura del Evangelio según San Lc 9,
23-25. (Se leen los versículos de la
Biblia)
“Jesús decía a todos: Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame”.
Esta es Palabra viva de Dios… Gloria a
ti Señor Jesús.
MOMENTO
DE REFLEXION: (Comentarios acerca del texto leído)
OREMOS:
L- ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! R-
Por siempre sea bendito y alabado.
L-Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un pobre
ante un gran Señor, dame, Señor, el beneficio de tu gracia. Padre
Nuestro, Avemaría y Gloria.
Breve momento de silencio y se entona
el canto: Tu Palabra me da vida, confío en ti Señor…
Lector 3:
El sentido profundo de toda vocación
viene dado por la misión. Nuestra vocación y misión como seguidores de Jesús es
testimoniar el amor, que es lo más grande que posee el corazón del ser humano,
y, esto conlleva la renuncia, tomar cada día la cruz y seguirlo.
La misión hasta los confines de la
tierra exige el don de uno mismo, la entrega generosa en la vocación que nos ha
sido dada por nuestro buen Dios.
Santa Teresa de Jesús nos dice: ¡Nuestro
Señor nada suyo reservó para Sí al amarme desde el madero de la Cruz! ¿Y yo me
he de entregar a medias?
OREMOS:
L- ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! R-
Por siempre sea bendito y alabado.
L-Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un pobre
ante un gran Señor, dame, Señor, el beneficio de tu gracia. Padre
Nuestro, Avemaría y Gloria.
Momento de silencio orante
Dialoga humilde y amorosamente con Jesús
sobre cómo estás viviendo tu vocación, seguimiento y misión.
Agradezcamos el regalo de ser
bautizados, discípulos y enviados como misioneros del amor a las diversas
realidades que viven las familias, comunidades y pueblos, manifestando la
alegría de conocerlo y amarlo, pues, el amor de Jesús da fuerza y alegría.
Después de este diálogo amoroso con el
Señor, nos ponemos de pie para continuar orando en comunión de un mismo
espíritu.
Ministro:
En comunión con todo el pueblo de Dios,
oremos y presentemos a Jesús sacramentado, las necesidades de las Iglesias de
los distintos continentes y la misión que se vive en cada uno de ellos.
Oramos diciendo: “Jesús, misionero del
Padre, danos tu Espíritu”.
Lector 1
Por el continente europeo y la misión de
la Iglesia, para que el Espíritu del Señor haga renacer la experiencia profunda
de la fe, el sentido de trascendencia, y la sensibilidad para recobrar la
memoria histórica del patrimonio espiritual con el que cuentan.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Lector 2
Por el continente africano y todos los
que realizan la misión evangelizadora para que fortalecidos por la gracia y
sabiduría del Espíritu continúen ofreciendo la ayuda fraterna y solidaria dando
respuesta a los desafíos de las situaciones sociales y políticas, reflejadas en
la pobreza y la migración.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Lector 3
Por el continente asiático y por la
misión de la Iglesia en este continente que camina hacia su propia identidad,
transformándose en Iglesia evangelizadora para sí misma y para los demás, desde
la pureza de un corazón que busca a Dios a través de la meditación y la
contemplación. Y por quienes a causa de la fe en Cristo y su compromiso a favor
de los que sufren son perseguidos.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Lector 4
Por el continente de Oceanía y por la
misión de la Iglesia para que en apertura y respeto a las diferentes culturas
se comparta la alegría del Evangelio, el plan salvífico de Dios para su pueblo.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Lector 5
Por el continente americano y por la
misión de la Iglesia para que la fe en Jesucristo dinamice la esperanza y la
valentía profética para trabajar por la paz, la justicia y el respeto a la
dignidad de todos.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Lector 6
Por todos nosotros para que vivamos con
generosidad, alegría y esperanza nuestro ser de discípulos y misioneros
colaborando en el proyecto del Reino de Dios en el aquí y el ahora que nos toca
vivir.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
En actitud de confianza filial y
apertura a su amor nos dirigimos a Dios nuestro Padre con la oración que Cristo
nos enseñó. Cantando: Padre nuestro…
MEDITACION:
Acto de esperanza
Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y la gracia necesaria para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer.
Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y la gracia necesaria para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer.
En los cielos
y en la tierra, sea para siempre bendito y alabado.
Todos: El corazón amoroso de Jesús
sacramentado.
Acto de caridad
Dios mío, te
amo con todo el corazón sobre todas las cosas, porque eres infinitamente bueno
y nuestra eterna felicidad: por amor a
ti amo a mi prójimo como a mí mismo, y perdono las ofensas recibidas.
En los cielos
y en la tierra, sea para siempre bendito y alabado.
Todos: El corazón amoroso de Jesús
sacramentado.
Momento de agradecimiento
Agradecemos al Señor desde lo que ha
tocado e iluminado hoy a nuestro corazón y resuena para una mejor actitud de
vida como bautizados, discípulos y misioneros para llevar a todos el Evangelio,
porque Dios es nuestra fuerza.
Oración conclusiva
Padre bueno, compasivo y misericordioso
fuente de alegría,
serenidad y de paz, te damos gracias por
el inmenso amor que nos tienes.
Jesucristo, misionero del Padre, con la
mirada fija en ti
queremos seguir anunciando la Buena
nueva de tu Evangelio.
Espíritu Santo, conságranos con tu
unción para que con renovado entusiasmo
realicemos la misión evangelizadora de
llevar la alegría de la bondad,
el perdón y la ternura a cada hermana y
hermano.
Que María nuestra madre, discípula y
misionera interceda por nosotros,
nos acompañe en la tarea de ser
contemplativos en la historia,
y comprometidos con el proyecto del
Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Reserva del Santísimo Puestos todos en pie con amor y gratitud,
entonamos un canto eucarístico y el ministro reserva el Santísimo.
ROSARIO MISIONERO
Cada vez que miramos a María volvemos
a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la
humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que
no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos
que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y
«despidió vacíos a los ricos» (Lc 1, 52.53) es la que pone calidez de hogar en
nuestra búsqueda de justicia. Es también la que conserva cuidadosamente «todas
las cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2, 19).
Evangelii Gaudium, 288.
Para rezar el rosario misionero se sigue
el mismo esquema de cualquier rosario, con la particularidad de que todas las
intenciones van dirigidas a pedir por las misiones.
1º Misterio: Pidamos por África, para que pueda superar el
sufrimiento provocado por el hambre, la pobreza, las continuas guerras y las
desigualdades raciales.
A pesar del panorama prevalentemente
negativo que hoy presentan numerosas regiones de África y de las tristes
experiencias que no pocos países atraviesan, la Iglesia tiene el deber de
afirmar con fuerza que es posible superar estas dificultades. Ella debe
fortalecer en todos los africanos la esperanza en una verdadera liberación. Su
confianza se fundamenta, en última instancia, en la conciencia de la promesa
divina, que nos asegura que nuestra historia no está cerrada en sí misma, sino
que está abierta al Reino de Dios. Por esto ni la desesperación ni el pesimismo
pueden justificarse cuando se piensa en el futuro tanto de África como de las
demás partes del mundo.
Ecclesia in Africa, 14
2º Misterio: Pedimos por la Iglesia en América, para que,
obedientes al Maestro, pueda escuchar el consejo de María, que nos dice: “Hagan
lo que Él les diga”.
[…] las Iglesias particulares de
América están llamadas a extender su impulso evangelizador más allá de sus
fronteras continentales. No pueden guardar para sí las inmensas riquezas de su
patrimonio cristiano. Han de llevarlo al mundo entero y comunicarlo a aquéllos
que todavía lo desconocen. Se trata de muchos millones de hombres y mujeres
que, sin la fe, padecen la más grave de las pobrezas. Ante esta pobreza sería
erróneo no favorecer una actividad evangelizadora fuera del Continente con el
pretexto de que todavía queda mucho por hacer en América o en la espera de
llegar antes a una situación, en el fondo utópica, de plena realización de la
Iglesia en América.
Ecclesia in America, 74.
3º
Misterio: Pidamos para que la Iglesia
en Europa, recupere su vitalidad cristiana y misionera.
¡Iglesia en Europa, te espera la
tarea de la «nueva evangelización»! Recobra el entusiasmo del anuncio. Siente,
como dirigida a ti, en este comienzo del tercer milenio, la súplica que ya
resonó en los albores del primer milenio, cuando, en una visión, un macedonio
se le apareció a Pablo suplicándole: «Pasa por Macedonia y ayúdanos» (Hch 16,
9).
Aunque no se exprese o incluso se reprima,
ésta es la invocación más profunda y verdadera que surge del corazón de los
europeos de hoy, sedientos de una esperanza que no defrauda. A ti se te ha dado
esta esperanza como don para que tú la ofrezcas con gozo en todos los tiempos y
latitudes. Por tanto, que el anuncio de Jesús, que es el Evangelio de la
esperanza, sea tu honra y tu razón de ser. Continúa con renovado ardor el mismo
espíritu misionero que, a lo largo de estos veinte siglos y comenzando desde la
predicación de los apóstoles Pedro y Pablo, ha animado a tantos Santos y
Santas, auténticos evangelizadores del continente europeo.
Ecclesia in Europa, 45.
4º Misterio: Pidamos por todos los hombres y mujeres de Oceanía,
para que, escuchando la Palabra de Dios, se dejen transformar por ella.
Desde la antigüedad, los pueblos de
Oceanía se emocionaban ante la presencia divina en los tesoros de la naturaleza
y de la cultura. Pero sólo con la llegada de misioneros extranjeros durante la
última mitad del segundo milenio supieron los nativos de Jesucristo, el Verbo
humanado. Quienes emigraron de Europa y de otras regiones del mundo llevaron
consigo su fe. Para todos, el Evangelio de Jesucristo, recibido con fe y vivido
en la comunión de la Iglesia, realizaba, superándolas, las más profundas
expectativas del corazón humano. Es la Iglesia en Oceanía fuerte en la
esperanza, ya que ha experimentado la infinita bondad de Dios en Cristo. Hasta
hoy, el tesoro de la fe cristiana permanece invariado en su dinamismo y en sus
perspectivas, ya que el Espíritu de Dios resulta siempre nuevo y sorprendente.
La Iglesia diseminada por todo el mundo comparte la esperanza de los pueblos de
Oceanía de que el futuro depare nuevos y aún más maravillosos dones de gracia a
las tierras del Gran Océano.
Ecclesia in Oceania, 1.
5º
Misterio: Pidamos por los pueblos de
Asia, para que permanezcan abiertos al anuncio del Evangelio proclamado por los
misioneros.
La Iglesia en Asia canta las
alabanzas del «Dios de la salvación» (Sal 68, 20) por haber elegido iniciar su
plan salvífico en la tierra de Asia, mediante hombres y mujeres de ese
continente. En efecto, fue en Asia donde Dios, desde el principio, reveló y
realizó su proyecto de salvación. Guio a los patriarcas (cf. Gn 12) y llamó a
Moisés para que condujera a su pueblo hacia la libertad (cf. Ex 3, 10). Al
pueblo que había elegido para sí le habló a través de muchos profetas, jueces,
reyes e intrépidas mujeres de fe. En la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4),
envió a su Hijo unigénito, Jesucristo, el Salvador, que se encarnó como
asiático. La Iglesia en Asia, exultando por la bondad de los pueblos del
continente, por las culturas y la vitalidad religiosa, y, al mismo tiempo,
consciente de la unicidad del don de la fe recibida para el bien de todos, no
puede dejar de proclamar: «Dad gracias al Señor, porque es bueno; porque es
eterna su misericordia» (Sal 118, 1). Dado que Jesús nació, vivió, murió y
resucitó en Tierra Santa, esa pequeña porción de Asia occidental se ha
convertido en tierra de promesa y de esperanza para todo el género humano.
Jesús conoció y amó esa tierra, haciendo suyos la historia, los sufrimientos y
las esperanzas de ese pueblo; amó a su gente, abrazando las tradiciones y la
herencia judías. En efecto, Dios, ya desde la antigüedad, eligió a ese pueblo y
a él se reveló como preparación para la venida del Salvador. Desde esa tierra,
mediante la predicación del Evangelio, con la fuerza del Espíritu Santo, la
Iglesia fue por doquier a «hacer discípulos a todas las gentes» (cf. Mt 28,
19).
Ecclesia in Asia, 1.
Letanías misioneras
Señor, ten piedad
de nosotros
|
Señor, ten piedad
de nosotros
|
Jesucristo, ten
piedad de nosotros
|
Jesucristo, ten
piedad de nosotros
|
Señor, ten piedad
de nosotros
|
Señor, ten piedad
de nosotros
|
Jesucristo óyenos
|
Jesucristo óyenos
|
Dios Padre que
quieres que todos nos salvemos
|
Ten piedad de
nosotros
|
Dios hijo
redentor del mundo, que sufriste muerte de cruz por toda la humanidad
|
Ten piedad de
nosotros
|
Dios Espíritu
Santo, que atraes a la humanidad al conocimiento de la verdad
|
Ten piedad de
nosotros
|
Santa María Reina
de las misiones
|
Ruega por el
mundo
|
San Pedro
|
Ruega por el
mundo
|
San Pablo
|
Ruega por el
mundo
|
San Francisco
Xavier
|
Ruega por el
mundo
|
Sta. Teresita del
niño Jesús
|
Ruega por el
mundo
|
San Marcos
|
Ruega por África
|
San Agustín
|
Ruega por África
|
Beato Carlos de
Foucald
|
Ruega por África
|
Santos Mártires
de Uganda
|
Rueguen por
África
|
Beata Clementina
Anaurite
|
Ruega por África
|
San Andrés
|
Ruega por Asia
|
Santo Tomas
|
Ruega por Asia
|
San Juan Brito
|
Rueguen por Asia
|
Santos Mártires
de Corea
|
Ruega por Asia
|
Beatos y Stos.
Mártires De china y Japón
|
Ruega por Asia
|
Santa Rosa de
Lima
|
Ruega por América
|
San Martín de
Porres
|
Ruega por América
|
Santos Mártires
Mexicanos
|
Ruega por América
|
San Juan Diego
|
Ruega por América
|
San Felipe de
Jesús
|
Ruega por América
|
San Pedro Claver
|
Ruega por América
|
San Daniel
Comboni
|
Ruega por Europa
|
San Guido Ma.
Conforti
|
Ruega por Europa
|
San Bonifacio de
Alemania
|
Ruega por Europa
|
San Agustín de
Cantabria
|
Rueguen por
Europa
|
San Leandro de
Sevilla
|
Ruega por Europa
|
San Pedro de Chanel
|
Ruega por Oceanía
|
Padre Damián de Molokai
|
Ruega por Oceanía
|
Estrella del Mar
|
Rueguen por Oceanía
|
Beatos y Santos. Las
Innumerables Islas
|
Rueguen por Oceanía
|
Cordero de Dios que
quitas el pecado del mundo
|
Perdónanos, Señor
|
Cordero de Dios que
quitas el pecado del mundo
|
Escúchanos, Señor
|
Cordero de Dios que
quitas el pecado del mundo
|
Ten piedad y misericordia de nosotros
|
Súplica a la Reina del Santo Rosario
«Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,
vínculo de amor que nos une a
los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto
seguro en el común naufragio,
no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la
agonía. Para ti el último beso
de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu
suave nombre, oh Reina del
Rosario […], oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh
Soberana consoladora de
los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra
y en el cielo».
Rosarium Virginis Mariae, 43.
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