“CENTROS PASTORALES” (DOMUND 2012).

Arquidiócesis de Yucatán

Comisión de Animación Misionera

C57 # 585 X 74 – A, Centro

Tel. 9 23 73 67 y 9 86 00 79

“LA FE, UN DON PARA COMPARTIR”     

  DOMINGO MUNDIAL DE MISIONES (DOMUND). 21 DE OCTUBRE DE 2012

“CENTROS PASTORALES”

HORA SANTA MISIONERA 

Canto de entrada: Iglesia peregrina (todos unidos formando un solo cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació…). O, Sois la semilla (sois la semilla que ha de crecer, sois estrella que ha de brillar, sois levadura, sois grano de sal, antorcha…) 

·           Entrada

Dios todopoderoso, al ofrecerte esta hora de reflexión y adoración, te suplicamos que la presencia de tu Hijo en nosotros no nos falte nunca y que nos sintamos siempre fortalecidos con la frecuente recepción de tu divino Hijo en la Eucaristía. Ayúdanos a encontrar en ella la fuerza de ser verdaderos testigos del Evangelio, discípulos misioneros en el mundo de hoy, anunciadores y constructores de tu Reino y, así, vivir como comunidad diocesana misionera.

El celebrante o ministro lleva el Santísimo Sacramento para exponer, mientras todo el pueblo de rodillas entona el canto de adoración.

CANTO DE EXPOSICIÓN. (Todos de rodillas) Cantemos al amor de los amores o el Bendito sea Dios.

Bendito, bendito, bendito sea Dios,

los ángeles cantan y alaban a Dios (bis).

Yo creo, Jesús mío, que estás en el altar,

Oculto en la hostia te vengo a adorar (bis).

 

Bendito, bendito…

Guía: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Alabanza y súplica: A Jesús sacramentado adorémosle con espíritu de fe como los primeros discípulos que, dejando las redes y todo cuanto tenían, le siguieron.

Todos respondemos: Te alabamos y te bendecimos, Señor Jesús.

-       Porque has querido permanecer en este sacramento. R .Te alabamos y te bendecimos…

-       Porque eres manso y humilde de corazón. R. Te alabamos y te bendecimos…

-       Porque eres nuestro alimento que nos vivifica y conforta. R. Te alabamos y te bendecimos…

-       Porque nos permites estar en tu presencia alabándote. R. Te alabamos y te bendecimos…

-       Porque nos has hecho pertenecer a tu Iglesia y nos has dado el regalo de ser hijos del Padre Dios. R.

-       Por los santos misioneros que nos trajeron la fe y que hoy podemos compartirla. R. Te alabamos…

-       Por el Espíritu Santo que nos mandaste. Te alabamos y te bendecimos…

-       Porque nos revelaste el verdadero rostro del Padre. R. Te alabamos y te bendecimos…  

En este momento de encuentro con Jesús, escuchemos su Palabra que nos va a iluminar para que podamos comprender la importancia de ser y hacer comunidad, de ser hermanos. La Eucaristía, fuente de comunión, nos invita a esto; a alimentarnos, fortalecernos e unirnos en la fe y la caridad.

Lectura inicial: (alguna persona del grupo lo puede hacer)

(Hech 2, 41- 47) “Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil almas. Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la Fracción del Pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los Apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu; partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”. Palabra de Dios. R. Gloria a ti, Señor Jesús.   

 

Muchos de nosotros los bautizados tal vez no creemos lo suficiente, que se puede vivir comunitariamente, que eso es para las monjitas o sacerdotes; pero no, la Palabra del Señor que escuchamos nos hace ver y descubrir que: todos podemos formar una sola Iglesia, una comunidad de creyentes en Jesús; en la ciudad, pueblo, o colonia donde estemos viviendo, si, tenemos como centro a Jesús, que nos invita ser parte de su comunidad de discípulos misioneros. Y, si somos discípulos de Jesús, no vamos a seguir actuando por nuestra cuenta, como si aislados pudiésemos hacer algo.

En el seguimiento a Jesús actuamos y celebramos siempre en comunidad, como los primeros cristianos que escuchamos en Hech 2. En realidad, este es el reto de nuestra Iglesia hoy: actuar y vivir en comunidad fraternal como nos lo piden nuestros obispos en la Misión Continental (DA # 278).

Hoy más que nunca se necesitan discípulos misioneros con “Entusiasmo–Ardor Misionero”, maduros en el seguimiento de Jesús, y una pasión por anunciarlo, la Iglesia particular requiere una renovación constante en su vida y ardor misionero. Sólo así puede ser; para todos los bautizados, casa y escuela de comunión, de participación y solidaridad. En su realidad social concreta, el discípulo hace la experiencia del encuentro con Jesucristo Vivo, madura su vocación cristiana, descubre la riqueza y la gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegría. (DA 167)  

OFRECIMIENTO: Guía: Señor Jesús, te ofrecemos esta hora de oración por nuestros hermanos misioneros, que, abandonándolo todo, han sido enviados a predicar tu Palabra y compartir la fe, más allá de nuestro país. Te pedimos también por todos nosotros para que nos hagas dóciles y generosos y despiertes en cada uno el deseo de ser anunciadores de tu Reino en nuestra Arquidiócesis de Yucatán, en nuestras comunidades. Y en este mes dedicado a las misiones, permite que nuestro espíritu misionero universal se vivifique y fortalezca atrayendo a esos hermanos y familias “alejados” de nuestras parroquias, rectorías, grupos apostólicos y centros pastorales.

Oración comunitaria: Guía: Con un corazón fiel roguemos a nuestro Padre, al Hijo de Dios eterno y al Espíritu Santo diciendo: (dividimos en dos coros o grupos a los asistentes) 

Coro 1.- Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas, para formar comunidad.

Coro 2.- Me llamas para ser instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas tus palabras, agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y que ama.

Todos juntos. Señor, tú me llamaste para curar los corazones heridos, para gritar en medio de las plazas, que el Amor está vivo, para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo. Quiero ser cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo.

Coro 1.- Señor, tú me llamas para salvar al mundo ya cansado, para amar a los hombres, que tú, Padre, me diste como hermanos.

Coro 2.- Señor, me quieres para abolir las guerras de la indiferencia, del desamor entre los hombres, y para aliviar la miseria y el pecado, ayúdanos a ser valientes discípulos misioneros de tu amor.

Todos juntos. Padre nuestro, que en el bautismo nos marcaste con la fuerza del Espíritu Santo y en el sacramento de la confirmación nos ungiste con tu sello para el apostolado, haz que cumplamos nuestra misión desde donde nos encontremos, según la vocación a la que nos has llamado, siendo tus testigos; para así consagrar todas nuestras fuerzas y energías para gloria de tu nombre.

Canto: “Alma misionera” o “Mi mano está llena de su bendición” (mi mano está llena de su bendición (bis) al hermano que toque bendito será, al hermano que… Mi mano está llena de su bendición). 

REFLEXIÓN - Guía (o alguna persona asignada antes).

Señor Jesús, ante ti, que te has quedado para ser nuestro alimento en el camino, que eres el motivo de nuestra existencia y de nuestro actuar y vivir en nuestras familias, parroquias y grupos, me pregunto: ¿vivo unido verdaderamente a ti y a mi comunidad parroquial? ¿Creo en la fe que digo profesar?

Somos Iglesia, tenemos una sola fe, la que nos han traído los misioneros que nos han precedido. Por eso ahora proclamaremos nuestra fe. 

Todos: Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre; por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado; y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.       

Guía o a quien se designe: Oremos. Señor Jesús, Hijo del Padre, que viniste al mundo para morir en una cruz como un pobre entre los pobres y así poder redimirnos y salvarnos, en tu presencia sacramental, te invocamos para que recibas la oración de tus hijos, que hoy queremos responder a tu llamado y comprometernos en tu obra salvadora.  

Todos respondemos: Aquí estoy Señor, envíame.

Guía.- A consolar y a acompañar a los pobres y afligidos. R. Aquí estoy Señor, envíame.

Guía.- A dar testimonio de tu amor en mi familia. R. Aquí estoy…

Guía.- A cumplir con algún servicio en mi comunidad parroquial ayudando y conformando las Pcps. R. Aquí estoy…

Guía.- A hacer presente tu Evangelio en donde aún no lo conocen. R. Aquí estoy…

Guía.- Aléjanos, Señor, del pecado que ensordece los oídos y nos aparta de Ti. R. Aquí estoy… 

Todos.- Señor Jesús, queremos consagrarnos a ti y ser desde este momento y este lugar, misioneros para nuestra Iglesia arquidiocesana y universal. Concédenos tu gracia para responder generosamente a este llamado y poder ser tus testigos en el mundo de hoy. Jesús, amigo nuestro, queremos ser misioneros de tu evangelio. Jesús, amigo nuestro: aquí estamos, ENVÍANOS.

Amén. 

Canto final: “Cristo te necesita para amar” o “Danos un corazón grande para amar”. 

Se hace la reserva del Santísimo con la bendición, si es posible.